La Corporación Chilena de la Madera reúne entre sus socios a empresas forestales que representan alrededor del 85% del total de la producción del país, las que están comprometidas con el desarrollo sustentable, principalmente en aquellas regiones donde se encuentra su actividad productiva y en las que contribuyen en diversos ámbitos como la educación, medioambiente y responsabilidad social empresarial.
En el aspecto medioambiental, una importante labor se ha desarrollado para promover la certificación forestal del sector, especialmente apoyando a los medianos y pequeños propietarios para que logren las condiciones para certificar sus procesos, lo que les permitirá demostrar que su madera se obtiene en un proceso sustentable y obtener un mejor precio en su comercialización.
Asimismo, esta preocupación permanente para que la industria logre estándares internacionales de certificación y de sustentabilidad, se tradujo en un esfuerzo de diversas instituciones públicas, de investigación y privadas en la implementación de un sello de manejo forestal sustentable desarrollado en Chile, pero reconocido internacionalmente. Hoy más de 1,1 millones de hectáreas están certificadas, lo que demuestra su sustentabilidad ante los mercados internacionales.
En este mismo sentido, se ha impulsado la firma de convenios de producción limpia por parte de las empresas, de forma que otras áreas de la industria logren procesos sustentables. El sector forestal fue el primero en firmar un Acuerdo de Producción Limpia en el ámbito de la celulosa en el país, al que se suscribió una segunda versión del acuerdo para la industria de aserraderos y remanufacturas que representa el 90% de la producción de maderas a nivel nacional y se firmó recientemente un convenio para las industrias de papel periódico. Próximamamrente se hará lo mismo con las industrias de tableros y chapas.
En términos generales, estos compromisos apuntan a implementar medidas para adecuar con rigurosidad el funcionamiento de las empresas a la legislación medio ambiental vigente, e incluso establecer programas de mejoramiento continuo que van más allá de lo que plantea la ley.
Sin embargo, la preocupación ambiental del sector forestal privado a nivel gremial se remonta a más de una década, lo que se concretó con la publicación del Código de Prácticas Forestales en 1997, que analiza y recomienda diversos conceptos, prácticas y procedimientos para la buena marcha de la actividad forestal en aspectos técnicos, ambientales y sociales, relacionados con las faenas de cosecha, construcción de caminos forestales, protección contra incendios, campamentos y transporte de trabajadores, entre otras materias.
El documento fue elaborado por el Ministerio del Trabajo, las Confederaciones de Sindicatos de Trabajadores Forestales y por la Corporación Chilena de la Madera, con la asistencia técnica de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En 1998 diversas empresas forestales firmaron la declaración de valores ambientales, en la que se comprometieron a tratar responsablemente los recursos naturales, previniendo y mitigando los posibles impactos negativos mediante el uso de tecnologías apropiadas y económicamente viables. Este documento fue pionero dentro del sector empresarial chileno.
En el año 2003, 16 empresas forestales adhirieron un Convenio de Cooperación Ambiental con CONAMA, que consiste de trabajar en forma coordinada en la protección de la biodiversidad en el patrimonio de los recursos naturales renovables distribuidos entre la Séptima y Décima regiones, lo que significa difundir el manejo forestal sustentable de los bosques plantados y del bosque nativo y desarrollar actividades en áreas ambientales de interés común.
En este marco, se llevan a cabo planes específicos de conservación de especies, como por ejemplo del pitao, ruil y queules, huillín, carpintero negro y del pudú, los que se ejecutan con la colaboración de empresas y universidades. También se realizan prospecciones para determinar la presencia de especies en peligro de flora y fauna, marcación de éstas con sistema de GPS y capacitación del personal para su reconocimiento y manejo, así como investigación en bosque nativo, entre otras actividades.
Además, diversas empresas forestales han abierto parques privados para uso recreativo, habilitado senderos interpretativos, viveros educacionales en que se producen plantas nativas para la comunidad y para protección, y áreas de observación de flora y fauna silvestre, así como se llevan a cabo diferentes investigaciones lideradas por distintas Universidades.
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