Antecedentes Generales
Situado en la costa del Océano Pacífico, Chile se distingue en el mapa de América del Sur por ser el país más largo del continente –sus 4 mil 300 kilómetros de longitud equivalen a la distancia entre Madrid y Moscú– y también el más estrecho, con no más de 190 kilómetros de ancho entre cordillera y mar.
Casi la mitad de la superficie continental del país de 75,7 millones de hectáreas, cuenta con potenciales aptitudes forestales y posee vigorosos bosques naturales característicos de zonas templadas y frías, y plantaciones de Pino radiata y eucalipto –especies llegadas desde Estados Unidos y Australia, respectivamente– realizadas por el hombre que constituyen la base del desarrollo forestal. En más del 90% de los casos estas plantaciones se han establecido en suelos descubiertos y erosionados, prestando una enorme contribución ecológica al recuperar suelos degradados.
En total, de las 16 millones de hectáreas aproximadas de bosques con que cuenta el país, sólo un 13,5% corresponde a plantaciones forestales destinadas a la producción de madera, y el resto son bosques nativos en distintos niveles de desarrollo, que en su gran mayoría se encuentran en terrenos privados o públicos bajo protección, tanto por la fragilidad de sus suelos como por las altas pendientes o su cercanía a quebradas y cursos de agua, y no son utilizados productivamente.
Es necesario destacar que los bosques naturales chilenos no están en peligro de extinción, ya que junto con ser casi 7 veces superior a la superficie de plantaciones, el 18% de las zonas en que crecen corresponde a Areas Silvestres Protegidas por el Estado, una de las superficies más altas del mundo en proporción al territorio del país y a su población, lo que asegura la conservación de más de 3,8 millones de hectáreas de bosques nativos.
Bosque Nativo
Gracias a su compleja geografía y variadas condiciones climáticas, Chile posee una gran diversidad de bosques naturales, donde resaltan la familia del Roble (género Nothofagus) y algunas especies coníferas, características de zonas templadas y frías.
En el pasado, los bosques naturales eran objeto de un aprovechamiento conocido como "floreo", que consistía simplemente en la extracción de los mejores ejemplares, produciendo paulatinamente el deterioro del bosque.
Hoy, el Estado chileno es responsable de la conservación del patrimonio silvestre y de la protección de la flora y fauna a través de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), institución presente en todo el país para velar por el cumplimiento de las leyes que regulan el manejo forestal y protegen los bosques. CONAF administra, además, el patrimonio estatal de 14 millones de hectáreas de Areas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE), que representa más del 18% del territorio nacional e incluye grandes extensiones de montañas, glaciares, lagos y bosques, asegurándose de este modo la protección y conservación de la cuarta parte de los bosques naturales del país. Conozca la superficie y tipo de bosque de Chile en Catastro y Evaluación de los Recursos Vegetacionales Nativos de Chile.
Además del bosque nativo que es protegido por el Estado, el país tiene bosques naturales potencialmente productivos que están en terrenos privados, los que hoy se consumen en forma de leña y se extraen sin consideraciones ambientales ni de sustentabilidad del recurso, por lo que el desafío es lograr su utilización en forma regulada y sostenible en el tiempo, lo que significaría también ingresos para los miles de pequeños propietarios de este recurso.
En la actualidad la apertura de mercados a las maderas nativas y el creciente interés público por la conservación de las especies, ha mejorado las técnicas de aprovechamiento, generalizándose la corta selectiva, el árbol semillero, corta de protección y otras, ya no en experiencias pioneras y superficies experimentales, sino en grandes extensiones en el extremo sur del país, como las regiones de Los Lagos, Aysén y, particularmente, en la Región de Magallanes, donde se han desarrollado experiencias de manejo silvícola en gran escala. Quien desee obtener beneficios del bosque nativo hoy, aunque sea de su propiedad, está obligado por la ley a que un ingeniero forestal elabore un plan de manejo que garantice la sustentabilidad futura del bosque, el que será evaluado por CONAF, que en última instancia debe aprobar el plan de manejo y fiscalizar su cumplimiento.
Plantaciones Forestales
Las plantaciones forestales en Chile se han desarrollado como una industria sustentable que provee de la materia prima para las necesidades de la población, a través de múltiples productos que son usados en la vida cotidiana.
Tras décadas de sostenido crecimiento, Chile tiene hoy un patrimonio de 2,1 millones de hectáreas de plantaciones forestales, consistentes principalmente Pino Radiata o Insigne y Eucaliptus, aunque también existen superficies de menor extensión plantadas con Alamo, Pino Oregón, Raulí, Atriplex forrajero, Tamarugo y otras especies.
Aunque las plantaciones forestales cubren menos del 3% del territorio nacional y representan poco más del 13% del patrimonio de bosques del país, abastecen el 97% la industria forestal, con lo que han contribuido indirectamente a proteger el bosque nativo de la corta excesiva, ya que abastecen prácticamente toda la demanda de la población. Esta industria es uno de los mejores ejemplos de desarrollo sustentable, dado su carácter renovable y la optimización del uso de la tierra que representan en relación a cultivos anuales.
En el país, la ley obliga a reforestar todo lo que se corta en el plazo de dos años. La tasa de plantación de los últimos años supera ampliamente a la de cosecha, de modo que por cada árbol cortado, se plantan alrededor de dos. En los últimos 35 años se ha verificado una extensión sostenida del patrimonio de bosques realizados por el hombre; si a mediados de los setenta había 300 mil hectáreas de cultivos forestales, ahora esta cifra se ha multiplicado por siete.
En este sentido, además, es interesante tener en cuenta el valioso aporte ambiental que realizan los cultivos forestales formados por el hombre, en especial para combatir dos de los principales problemas ecológicos de la actualidad: el efecto invernadero y la erosión. Una hectárea de Pino radiata o Eucalipto absorbe 9 toneladas anuales de carbono de la atmósfera y las transforma en oxígeno, disminuyendo las consecuencias del efecto invernadero.
Por otro lado, los cultivos se han establecido en un 90% sobre suelos erosionados, sin cobertura vegetal, arenosos o agotados por las prácticas agrícolas y ganaderas, recuperándolos definitivamente para la vida y la producción de bienes para el hombre. El Pino radiata no produce efectos dañinos sobre el suelo y son excelentes interceptores de las aguas lluvias, debido a su follaje permanente y a su gran superficie foliar, siendo muy eficientes para impedir el arrastre de sedimentos hacia los cursos de agua, lo que es originado por la erosión.
Las dos especies más importantes en las plantaciones forestales chilenas son el Pino radiata y el Eucaliptus Globulus.
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